29 de enero de 2017 
Ganímedes, Acuario y Zeus
La historia censurada


Prefacio

Pocas cosas disfruto tanto como descansar a la sombra de mis árboles, cuando ese claro-oscuro solar mece mi alma llamando al juego onírico de un tal Shakespeare, ese: “de una noche de verano”. Paz en estado puro. 

Pero nada es eterno…

A las 16 hs suena mi teléfono y escucho la aguda voz de mi asistente, que nuevamente me reclama. Al margen debo decir, que estando de vacaciones pensé que no me iba a importunar, sobretodo habiendo un océano de por medio, pero no, error de mi parte allí estaba al teléfono. 

Me contó gran parte de sus vacaciones en un resumen de extraña coherencia, entre las noticias me dijo que vio por la televisión Española a un querido amigo de mi más tierna infancia contando una historia muy interesante sobre la Diosa Venus, Narciso y Cupido.

Lo cual me trajo a la memoria una historia que he dejado pendiente en la última columna del año pasado.


Ganímedes, el príncipe Troyano

En Troya la tradición marcaba que los jóvenes varones de linaje real debían ser criados fuera del ámbito materno en el exilio, mayormente en Frigia (hoy Turquía). Si bien Ganímedes, un joven troyano, no era príncipe (para algunos si lo era) debido a su linaje real ostentaba el mismo trato. Su tarea se dividía en entrenar las artes de la guerra, el estudio erudito propio de su clase y pastar los rebaños de su padre (para trabajar la paciencia y la humildad que su cultura exigía en todo noble).




La belleza del joven era popularmente conocida y muy extendida entre su pueblo y los alrededores. Una belleza muy varonil y para nada femenina.

Una tarde llevando a pastar a su rebaño al monte Ida, se le presenta un águila de dimensiones extraordinarias, majestuosa e imponente. El águila le revela su verdadera identidad, que no era otra que la del mismo Dios Zeus, que obnubilado por dicha belleza lo deseaba para sí. Así fue como el rey de los Dioses raptó al joven heleno y fue llevado volando al Monte Olimpo en las garras del águila. 





En la corte fue nombrado copero de los dioses, reemplazando a la diosa Hebe, Diosa de la eterna juventud. Luego fue nombrado Dios de la lluvia, también conocido como el Dios aguador.

En su rol de copero servía ambrosía a las deidades olímpicas, néctar de juventud y poder. 

Como ya intuirán a esta altura Zeus (Júpiter) tomó al joven como su amante, otorgándole la juventud eterna y la guarda personal frente a los celos de otros dioses, sobretodo de Hera (Juno), la esposa de Zeus.

El padre de Ganímedes, Tros, extrañaba y añoraba a su hijo, compadeciéndose de él, Zeus envía a Hermes (mercurio) con dos caballos negros del Olimpo como regalo y compensación por el hijo ausente. Costumbre bastante difundida en la cultura minoico-cretense previa a la instauración del mito.

Podría dar más detalles acerca del mito y de las prácticas religiosas derivadas del mismo, peo sería impropio de este espacio y bastante inconducente a la luz de nuestros fines.


Los Cielos y Ganímedes

El día 7 de enero de 1610, Galileo Galilei descubre tres estrellas fijas entorno a Júpiter y luego de seis días de observación deduce que se tratan de objetos similares a nuestra luna que orbitan alrededor de Júpiter.

Simón Maius disputó ese descubrimiento y bajo la recomendación de Kepler las nombra con el nombre de 3 de los amantes de Júpiter (Zeus), entre ellos Ganímedes. La Ciencia inquisitoria, al igual que hoy, vio con malos ojos dicho nombre y mantuvo el de Júpiter III hasta mediados del siglo XX donde se impuso la denominación kepleriana.





Este es Ganímedes el satélite, fruto de lo nombrado por la humanidad, pero debo decir que Zeus vio más lejos y también más ambicioso.

Ganímedes fue ascendido al castro celestial para ser perpetuado por la eternidad y así toda la humanidad podría admirar la belleza de su amante. Y así fue como el onceavo signo llegó a la cúpula celeste, el signo de acuario, el aguador. Naciendo así la constelación de Acuario.







Acuario, Ganímedes y la carta

Sobre acuario hablaremos cuando cumpla con mi promesa de escribir sobre el año por venir.

Sobre la luna Ganímedes debo decir que su aspectación en la carta puede tomar cuatro posiciones de relevancia, como toda luna.

Dichas posiciones son la naciente (detrás de Júpiter), la menguante y la creciente (a los lados) y la llena o plena (frente al gigante celeste); todo esto detallado desde la óptica de la tierra.

En la carta la posición nueva manifiesta la pasividad frente a la vida, “el dejarse llevar”, pero en el sentido más placentero del término, trae vocaciones artísticas no cultivadas o innatas, a la persona.

La posición creciente otorga la capacidad de embellecer el obrar, es el servicio con galanura o “Charme” diría el Maestro del fin del Mundo.

La posición menguante trae cierta amargura por poseer dotes y capacidad estética pero no ser lo suficientemente reconocida o cierto deseo de poseer posiciones más destacadas de las que se posee. Siempre en relación a la potencia estética latente.

Y la posición plena (o llena), es la manifestación de la belleza creativa en su forma más viril, el plasmar belleza en lo obrado y la manifestación también plena, de la propia belleza.


Lo esotérico, la verdad y su manifestación

Me apena el reduccionismo de ciertas escuelas astrológicas al hecho de que esta historia de amor se dé entre dos hombres a una simple reivindicación de libertad amatoria. Esta historia nos muestra la naturalidad de las relaciones entre los antiguos antes de que la inquisición moralista arrasara con la verdad. Esas escuelas cientificistas y New Age (una verdadera antigüedad a esta altura del devenir) rinden culto a las secuelas de la moralina imperante sin descubrir la naturalidad con que la tradición vive.

No puedo ahondar en el secreto detrás de Ganímedes pero sí puedo decir que la Verdad estando a la mano del creyente es más próxima que su propia respiración, mas es de una profundidad inusitada e inaudita y que sólo puede ser revelada por un verdadero Maestro. 
Gabo Abad. Astrólogo y Futurista. 



9 de enero de 17
El año por venir


Cuanta felicidad traían, en mis años mozos, los comienzos de año. Era habitual sentarme a escribir sobre las apreciaciones de eso llamado “astrología científica”, que en esa época estaba en pleno auge. Hoy, ya en mi calmada ancianidad, leo los artículos de colegas, muchos muy prestigiosos y veo que hay tendencias que nacieron en mi juventud que se han acentuado. Por extraño que parezca, también han innovado trayendo un sinfín de cuestiones inexplicables y exógenas a la tradición.


Los caldeos y la serie planetaria

Se acuerdan cuando escribía que: “La astrología es una ciencia menor que forma parte de la gran ciencia sagrada de la Cosmología. Los grandes maestros de la Cosmología han ido desapareciendo aunque debo confesarles que hace unos años me he enterado que hay uno vivo y que aún acepta discípulos, es el Gran Maestre del Sur del mundo y gracias al cual me he visto beneficiado de su sapiencia y conocimiento.” Bueno, hacia allí vamos.

Los Caldeos eran grandes cultores de la cosmología y descubrieron lo que hoy llamamos la “serie planetaria”, que no es otra cosa que una sucesión de energías planetarias que activan ciertas raíces del Árbol de la vida llamadas “Cadenas helíacas” (ver Anima Mundi del Cristo Total. Ed. Panis Angelorum. Msñ. Claudio  Páleka)

La serie Planetaria, serie caldea o serie ptolomeica, no es otra que la concatenación de las 7 fuerzas planetarias primarias, que son: Saturno, Júpiter, Marte, Sol, Venus, Mercurio y la Luna.

La astrología contemporánea o cientificista menosprecia este antiguo saber parcializando



 así todo interpretación astrológica posible.

El 2017 estará gobernado por “Venus” y cómo dijimos en nuestro anterior artículo nos ofrecerá un ritmo basado en la cifra 1. Esta cadena regente del año tiñe toda interacción cósmico-planetaria de femineidad y natividad (en este caso). Dejarla de lado empobrecería toda predicción.


Venus y lo oculto

El hermano Venus, o la hermana más propiamente dicho, dotará al año de femineidad, natividad, creatividad y de lo oculto. Pasaron los días de solaridad para dar paso a la voluptuosa femineidad venusina. Es un año donde la gesta y la misión darán lugar a la nueva inocencia y a la natividad. Dotará de un encantador brillo plateado a las doradas gestas dejadas por el hermano Sol.

Como ya hemos visto, esto generará la manifestación de las dos caras de esta energía. La natural que lleva a la creatividad, al nacimiento, al emerger de lo oculto a la luz de la conciencia y a la declinante o antinatural: la lujuriosa expansión de una líbido desenfrenada más asociada a la cantidad que a la calidad.


Comienzo del año astral

Debemos dejar bien claro que el año astrológico comenzará el 20 de marzo a las 07:28hs (para Argentina y Uruguay, UTC 10:28hs) con el equinoccio de otoño para el hemisferio sur y con el de primavera para el hemisferio norte, dando nacimiento al primer signo del arco zodiacal: “Aries”, el alfaque se posará en la doceava casa astral el omega.

Como nos enseña la tradición; las casas astrológicas se unen a los signos según el lugar geográfico en donde se encuentran en el momento en que ocurre el equinoccio. Por lo tanto lo dicho en el párrafo precedente es válido para la Argentina, Uruguay y todos los países con un UTC (tiempo universal coordinado) de -3 hs. Para otras regiones, como por ejemplo España, se encontrará al equinoccio con Aries en la casa X.


Venus, el sol y la luna

Cuando llega la noche del año viejo, la solaridad se viste de plata y la hermana luna nos recuerda la maternal belleza del creador, siendo el emblema perfecto del año por venir. No sólo refleja la Luz sino que la amplifica y complementa.

¡Lo sé! Parece contradictorio, pero no lo es.

El 2016 nos ha traído la batalla final, la gesta dorada, la fiesta perfecta. Los heridos que ha dejado esa epopeya se han mantenido en pie, porque el hermano Sol no permitió que quien fue herido por la justa gesta cayera en el campo de batalla.

Fue un año sin manchas solares, fue un año en que la solaridad protegió al justo, al bueno y al humilde.

La Madre cósmica ha cobijado al grano de arena, que habiendo sobrevivido bajo el cobijo del sol, sólo ve oscuridad en su entorno sin percatarse que se encuentra en la matriz primigenia, que cual Madreperla gestó en coraza protectora para el año que pasó. La perla así gestada, el emblema de la unión del hermano sol y la hermana luna, acrisolada maternalmente, es una  coraza liberadora del ser y una esperanza puesta en lo que está por venir. Ahora Venus nos parirá, la Luna será la partera y la criatura así nacida será plena de inocencia, no la original sino una nueva. Saldremos de la matriz protectora de la Madreperla a una nueva vida. 

Pero la luna negra, la mala madre, intentará influir en esta aspectación como lo ha hecho el año anterior. Recuerden que ella odia a la progenie de Eva y buscará hacer lo necesario para pervertir el feliz nacimiento.

Venus traerá de las profundidades aquello que deberá salir a la luz, que ya no será la solar, siempre enjuiciante y altiva, sino una luz tierna plena de misericordia que deberemos aprovechar, ya que no volverá a sentirse hasta dentro de muchos años.

Año de materna protección pero en el cual deberemos tener especial cuidado, estar expectantes y siempre alertas, ya que los primeros pasos suelen producir caídas. Siempre persistentes tendremos que ponernos de pie y seguir adelante.

¡Feliz primeros pasos de este año pleno de encantador glamour venusino!
Gabo Abad. Astrólogo y Futurista